999 ROUGE

Aquella mañana al abrir la maleta, en la que había puesto más ropa de la que iba a necesitar, lo vio, el vestido de Paul & Joe, vaporoso de color naranja o tal vez rojo anaranjado, no importaba, era solo el fondo del vestido sobre el que flores de colores cual cuadro de Monet, se mecerían con su caminar aquella mañana, la mañana de la cita.

Sería la sexta, pero esta iba a ser distinta, especial, irrepetible, ella lo sabía, por lo que recurrió a su 999, un clásico de Dior, rescatado, reeditado de nuevo como si fuese exclusivamente para ella porque lo adora, cuando se lo pone…..y así con la calma que la caracteriza cuando se maquilla, perfiló y pintó sus labios de aquel rojo brillante y poderoso, la hacía sentir segura e imparable, siguió todo el ritual aunque últimamente había añadido un nuevo participante, el lápiz de cejas, nunca antes lo había usado en cambio se convertiría en un insustituible aliado.

Y así paso a paso sus sandalias de tacón de madera la condujeron ansiosa a esa misma dirección, de aquella ciudad ajena, hacia su cita, la sexta en cinco meses. Ella no podía creerlo, cinco meses locos, insomnes, absorbentes, valientes y arriesgados a su vez, esta vez ella estaba segura , aquél 3 de Julio de 2015 sería como sus  Pigalle negros de 12cm, definitivo.

Tuvo que esperar, aunque ella llegó antes de la hora fijada, siempre llega tarde, pero  no aquél día. Ansiosa, excitada, aterrada, no hacía más que mirar su reloj de pulsera, un modelo enorme de caballero, tiene una muñeca tan pequeña! pero le encanta. Buf! cuanto retraso no puede más, su pulso se acelera cada latido se acompasa con los segundos  que marca su reloj.

 Se acabó, escuchó tajante, aquella excitación dió paso a una taquicardia desbocada, hemos terminado y tras un bombardeo de preguntas y porqués, salió de allí una vez más, sin pelo, cejas ni pestañas, sin posibilidad del milagro de la vida, no volvería a ser madre, pero había acabado, su tratamiento oncológico con quimioterapia, después de cinco meses y cinco ciclos finalizaba, no habría un sexto no era posible, ella lo sabía por eso y por primera vez acudió a la visita dejando atrás el sombrero, el pañuelo con su cabeza desnuda y ese rojo esperanza en sus labios. Sabía que su vida, aquella vida suspendida en el aire como el cable de un funambulista volvía a ellos, a su amor, su héroe que la acompañó durante todos y cada uno de esos cinco ciclos ( preguntas, llantos, dolor, maletas, agujas, visitas, noches de hospital …) y a su pequeña que aunque lejos fue la primera en escuchar entre lágrimas ahogadas de alegría :

–Cariño mamá ha acabado el tratamiento

–Oh!!! mamá qué bien, te quiero......

                                                     

                                                                         Texto Autobiográfico