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jueves, 29 de septiembre de 2016

LA GINECOLOGA

    

     La cena resultó muy divertida. Berta le contó sus aventuras amorosas. Que si me he vuelto a enamorar, que si hicimos una barbacoa, que si nos besamos en el ascensor.

     –Este también es informático, que ya me gustaría que fuese bombero ya, chica yo no sé que me pasa a mí con los puñeteros informáticos.
     –Si no se parece al " Hombre del tiempo ", por  mí vale, jajaja– le digo. Así habían bautizado al anterior, porque aunque era informático, sus saludos matutinos después de una noche de pasión desenfrenada siempre rezaban:
     –¡ Buenos días Berta !, hoy hace sol, 33º
  –¡Buenos días Berta!, hoy nieva– y de ahí no salía. Cuando lo recuerdan ríen estrepitosamente.

     Berta suele rebautizar a los ejemplares masculinos que desfilan por su vida. Es de naturaleza enamoradiza. En la lista " David el Gnomo " que era muy bajito, " El Bombero" en realidad un conductor de autobuses de nacionalidad portuguesa. Con un cuerpo como el de los que apagan fuegos y apagar apagaba sí, pero hablaba raro. Ah y " El Difunto o innombrable " cuando se refiere a su exmarido.

     –Bueno vámonos que te sentirás incómoda.
     –Sí pero, tomemos una cervecita de cereza, y me acabas de contar– . Siguen con la charla y sus risas.

    Ya es miércoles y su amiga Ana, que es enfermera, pasa a verla, ella le cuenta lo del líquido que pierde. Ana la tranquiliza diciéndole que posiblemente sea el quiste ovárico que presiona la vejiga. Incluso bromean:

     –No será que follas demasiado
   –Ja, ja, tú siempre tan graciosa. Pues últimamente no, la verdad, temo tener alguna infección y no quiero arriesgarme.

     Viernes, 16 de Enero de 2015, lleva hora y media en la sala de espera. ¿Cuando van a llamarla?, aunque cuando llegan los viernes está tan agotada que sentada en esa butaca está muy relajada, tanto que poco a poco se va escurriendo. Como tarden mucho más en gritar su nombre se pone a dormir en un rinconcito.
Encarna Torrejón le parece escuchar, le cuesta reaccionar ya estaba en modo rem.

     –Hola Sofía
    –Hola Encarna, tengo que decirte que me tienes ¡impresionada! entre la primera visita y la segunda pasaron cuatro años, de la segunda a la tercera dos, y hoy tan solo hace un año que nos vimos, vas mejorando.
     – Para ser exactos ocho meses, que me pusiste el D.I.U.
     – ¿Entonces vienes a revisión?, cuéntame
    – Vamos a ver entonces dices: dolor abdominal, hinchazón y un líquido incoloro, inodoro, pero de vez en cuando un poco seroso.
     –En primer lugar retiraremos el D.I.U
     –¿Es necesario?
     –Claro tenemos que ver si te ha provocado una infección
     –Vaya, con lo feliz que me hace, jaja

     Ella ya está estirada en la camilla, odia esa postura, tan elegante, gracil y expuesta. Y se dice a sí misma, a ver en que puedo pensar....bueno relájate basta con que la puerta no se abra porque alguien la confunda con el baño. Eso concéntrate, no te abras, no te abras, que mira que estoy en modo pasen y vean.

     –Vamos allá, ¡coge aire!. Bien el D.I.U está perfecto.

     Devuélmelo es mío, a mi marido y a mí nos gustaaaa, si hasta le hemos puesto nombre ( solo lo piensa, no lo dice). 

     – ¿Decías que te habías hecho una ecografía?.
     – Te la he dejado sobre la mesa
     – ¿ Qué ocurre Sofía?–  dice ella inquieta
    – Te diré lo que veo: tienes una masa en el ovario derecho, con una parte sólida y una parte líquida. Hace dos meses de la ecografía ¿ porqué no has venido antes?. Esto crece muy rápido no podemos perder ni un segundo.
     – Me dijeron que era un quiste, que seguramente expulsaría con la menstruación, que esperase cuatro ciclos. He esperado dos y he venido.
     –Espérame un segundo

    Crece, ni un segundo que perder, masa, sólida, líquida, porqué no has venido antes. Las palabras de la  doctora desfilan en su cabeza como las piezas de un rompecabezas y no quiere ordenarlas, juntas forman la temible palabra de seis letras. La sala se está quedando sin oxígeno, ella siente que le falta el aire, algo no va bien. La puerta se abre y ya no son dos sino tres, ella y dos ginecólogas. Se le encoge el estómago, necesita levantarse, huir...

     –¿ Qué te parece?
     – No se, no parece, hay que hacer pruebas

     Se dicen la una a la otra. Ella ya no escucha tan solo observa las muecas faciales de ambas doctoras, que son lo suficientemente elocuentes.

     – ¿Qué ocurre?– , dice ella con un hilo de voz, porque realmente no quiere oirlo.
   – A ver Encarna, lo que está claro es que tendrás que pasar por quirófano, perderás seguramente el ovario derecho y el útero. No obstante vamos a hacer pruebas, voy a pedirte una Renonancia Magnética Nuclear, urgente, marcadores tumorales y tomaré una muestra del líquido. Ahora mismo llamo al hospital, para que te esperen en laboratorio, están a punto de cerrar.
No sabe cuanto tiempo ha pasado cuando consigue decir:
     – Sofía me estás diciendo que puede ser un tumor!
     – Tenemos que hacer pruebas, Encarna.
     – Pero te adelanto que no podré operarte yo, te aconsejo al Dr. Aureli Torné.

     Y en fraciones de segundo el mundo se detiene, ya no gira, ya no suena. Ella se paraliza y ensordece con él. No puede creerlo, esta vez es ella la que entró con una vida y saldrá de allí con otra, una que no es la suya. Ella solía repetir esa frase cuando...











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