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martes, 26 de abril de 2016

UNA MATTINA


–Voy a tener que mirar a qué se debe este dolor, amor

     Ayer le dolía, hoy también y a  la mañana siguiente, dos semanas hace ya, que ese dolor la acompaña de forma continuada. Durante el día e incluso al acostarse por las noches, aumenta, no sabe que postura adoptar en el cama, no descansa.

     24 de Noviembre de 2014, ella observa con gran atención la pantalla del ecógrafo y reprime el quejido que la sonda le provoca a la leve presión, producto de un cocktail de nervios, vergüenza, se conocen hace mucho con el médico que la está revisando, y gran capacidad para soportar dolor. Nunca antes había experimentado ese dolor tan brutal que estaba por llegar,  ¿podría con él?, o la engulliría de forma voraz y definitiva.

–Sí, sí, creo recordar que hace aproximadamente  quince días que es más continuo, porque de hecho hace un mes que empezaron las molestias– durante unos segundos ella vuelve a los besos en su adorado París.
–sí,  siempre en la misma zona, hipocondrio derecho.
–¿Que como lo definiría  y donde se sitúa exactamente?
–Punzante pero constante, que aumenta al inspirar, unos cinco dedos por debajo del seno derecho y me irradia hacia atrás, sigue como un recorrido hasta llegar a la espalda, a la altura del riñón. Como si fuera flato.
–Ah! también he notado que se me hincha mucho el abdomen, de una forma exagerada, hasta podría parecer que estoy embarazada– ríe ella. Hace ocho meses que lleva un D.I.U.
–Bueno no es la primera vez que ocurre, pero no, no lo estás.
–No veo nada importante, tan sólo un quiste en el ovario derecho, parece un desajuste hormonal– escucha por fin.
–¿Has notado un cambio de peso últimamente?
–No, mi peso no ha variado y tampoco cambios en el apetito.

     El radiólogo le propone esperar cuatro ciclos menstruales y nuevo control ecográfico,  pues considera que expulsará el quiste de forma natural, –si no es así cuando revisemos de nuevo tendrás que hacer una visita a la ginecóloga– le sugiere.

–No obstante, no creo que guarde relación con el dolor, pues la localización es mucho más alta, le dice el doctor.

     Probable Colesterolosis y/o adenomiosis biliar muy incipiente. Ovario derecho de aspecto disfuncional con engrandecimiento y quistes. Control. Así concluye el informe ecográfico.

     Ella se siente algo más tranquila. Y decide relajarse ahora que parece no ser nada alarmante.   Pero ahí sigue ese coñazo de molestia, persistente, incómoda, no deja ni que disfrute de las cenitas ricas que el amor le prepara de vez en cuando, porque a pesar de que  tiene apetito,  su abdomen parece alimentarse hasta del aire, está como un globo, tan hinchado que siente tirantez en la piel.

–Mamá, ¿tú estás segura de que no voy a tener un hermanito?, que sea niño eh!!!– bromea su pequeña.
–No amor, será otra vez mala digestión o gases tal vez.
–Pues ya sabes, mami– Rien juntas.

     Aquella noche no pudo dormir, el incesante dolor, la pesadilla, como ella lo llama, no se lo permitió. Suena un fragmento de la melodía " Una Mattina", perteneciente a la banda sonora de la película "El Intocable", le encanta absolutamente todo de esa película. Pero esa canción se cuela bajo su piel. Le pidió a su marido que le hiciera un tono para el móvil, ya que hay que levantarse a las 6:30 de la madrugada para ir a trabajar, porque no hacerlo con esa maravillosa pieza que la sumerge en un estado de nirvana cada vez que la escucha, felicidad absoluta para su alma.

     Intenta incorporarse pero no puede, no porque esté dormida como suele ocurrirle a ella y a millones de personas a diario, (que hora tan indecente e inhumana para que suene el despertador), si no porque no puede. Lo intenta de nuevo, pero nada, el dolor se lo prohibe, aumenta cuando se moviliza, es tan agudo...